Lydia Cacho fue torturada por dar a conocer una red de pornografía infantil en Quintana Roo. A Elena Ríos la intentaron asesinar con ácido.
Y aunque sus casos ocurrieron con 14 años de diferencia, hoy no solo tienen en común la violencia que ejercieron hacia ellas, sino que esta semana la justicia les dio la espalda.
El 12 de agosto la periodista Lydia Cacho compartió en su cuenta de X que el ex gobernador priista de Puebla Mario Marín, señalado como presunto culpable del delito de tortura hacia la periodista y protección de redes de trata infantil, quedó liberado para llevar su proceso en libertad condicional, por la decisión de la jueza Angeliza Ortuño Suarez, imponiendo una multa de solo 100 mil pesos.
Dos días más tarde, el 14 de agosto por la tarde, Elena Ríos saxofonista víctima de tentativa de feminicidio al ser atacada con ácido, también dio a conocer que gracias al juez José Gabriel Ramírez Montaño, su presunto agresor, el ex diputado priista Juan Antonio Vera Carrizal quedó en libertad.
La decisión en el caso Ríos duró solo unas horas, porque la jueza María Antonieta Esteva ordenó dejar sin efecto la orden del juez, por lo que el autor intelectual permanecerá en prisión junto a 3 imputados más por el ataque que presuntamente cometieron contra Ríos en 2019.
Hoy reflexionamos ambos casos, porque en la misma semana que México hace historia al acreditar a Claudia Sheinbaum como la primera mujer presidenta se manifiesta la falta de justicia pronta y expedita.
Los casos de Lydia Cacho y Elena Ríos son un recordatorio para el próximo sexenio de que la justicia para las mujeres sigue siendo una deuda pendiente.
