Por Kathia Torres y Fernanda Palacios
El mandato de la maternidad es tan aplastante a nivel estructural que muy pocas mujeres nos libramos del rol asignado sin cuestionarnos, realmente una libre decisión. – Adriana Romo, feminista y ex integrante de la Red de Mujeres de la Laguna.
La lucha feminista vela por el derecho a las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo, sin un Estado, instituciones o sociedad que puedan garantizarlo surge el acompañamiento, un ejercicio que brinda asesoría a quiénes buscan información sobre un aborto seguro. Este es realizado por una mujer, que con anterioridad recibió capacitación acerca del tema. Comienza a dar acompañamiento únicamente cuando está segura de que está lista tanto en conocimientos, como psicológicamente.
Bajo la consigna “el embarazo será deseado o no será”, desde hace años las mujeres han decidido acuerparse para ayudar a otras a ejercer derecho y autonomía sobre su cuerpo.
“Los casos de interrupción de embarazo, desde que empezó la red, siempre han existido, obviamente antes era más complejo porque había médicos objetores de conciencia, que lo dejaban de ser siempre y cuando tuvieras para pagarlo, pero allá por los años ochentas y noventas se practicaban legrados al por mayor, pudiéndose costear. Ahora la situación es diferente, los métodos son mucho más seguros y por lo que nosotras hemos visto, una mujer que decide interrumpir un embarazo lo va a hacer” – Adriana Romo, feminista y ex integrante de la Red de Mujeres de la Laguna.
El trabajo bajo la sombra y el anonimato que feministas independientes o agrupadas han realizado a lo largo de los años ayudó a que en la actualidad las acompañantes ya no tengan que esconderse, provocando que surjan colectivos con mucha más visibilización como Acompañantes Laguna en Torreón apoyando a mujeres y personas gestantes que quieran interrumpir su embarazo.
“Dentro de Acompañantes, abordamos el tema del aborto como un aspecto de salud pública para prevenir abortos inseguros, vemos al tema como un aspecto de justicia social, donde precisamente, no es justo para las mujeres con un contexto vulnerable” – Laura Esquivel, cofundadora de Acompañantes Laguna.
La colectiva surgió en 2016, capacitadas por organizaciones como Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), Ipas México y Católicas por el derecho a decidir, realizando esta labor de manera voluntaria.
“Acompañantes Laguna es un grupo de mujeres diversas, con distintas ocupaciones y profesiones que organizadamente y de manera voluntaria brindan asesoría a quienes buscan información sobre un aborto seguro” – Barbara, integrante de Acompañantes Laguna
Siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de la propia Secretaría de Salud de México, tan sólo del 2020 a 2024 las 33 voluntarias de la colectiva han brindado 1767 acompañamientos.
“Si yo no hubiera recibido la asesoría y acompañamiento moral de una acompañante de la colectiva, me hubiera visto obligada a continuar con un embarazo que no deseaba, para el que no estaba lista y que me hubiera amarrado a una relación en la que tampoco quería estar, el acceso a la información al que tuve derecho a través de ellas cambiaron el rumbo de mi vida para bien”. Testimonio anónimo.
Por las causales y motivos que las mujeres decidan el inicio del proceso de acompañamiento será igual para todas:
Acompañantes Laguna tiene sus vías de comunicación disponible a través de sus redes sociales, ahí las mujeres y personas gestantes interesadas deberán solicitar la ayuda a través de un mensaje de WhatsApp, Instagram o Messenger. Posteriormente se les proporciona un cuestionario para que la mujer que apoya conozca las condiciones en las que se encuentra la gestación y poder asesorar sobre las dos opciones con medicamento que existen para interrumpir el embarazo: Misoprostol y la combinación de Mifepristona y Misoprostol.
En el mercado, el precio de los fármacos oscila entre los $500 y $800 pesos para una caja de tabletas de Misoprostol, en cambio, el costo de la Mifepristona puede llegar hasta los 3000 pesos y requiere de prescripción médica.
De acuerdo con IPAS México “el misoprostol es mucho más fácil de comprar porque también se utiliza para tratar úlceras y para parar un sangrado abundante después del parto; s puede adquirir en farmacias independientes y de cadena”.
Sabiendo que el costo del tratamiento no es accesible para todas Acompañantes Laguna también organiza actividades para la alimentación de un banco de misoprostol que esté a disposición de las acompañadas que no cuentan con el recurso necesario para comprar su medicamento. Por lo que esta se vuele una de las razones por las que cada 28 de septiembre se conmemora el Día de Acción Global por un aborto legal, seguro y accesible.
El aborto en Coahuila
Hasta antes del 2021 con el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) el aborto era considerado un delito dentro del artículo 196 del Código Penal de Coahuila.
Artículo 196 (Aborto autoprocurado o consentido) “Se impondrá de uno a tres años de prisión, a la mujer que voluntariamente practique su aborto o a la persona que la hiciere abortar con el consentimiento de aquella”. Código Penal de Coahuila de Zaragoza.
A partir del 7 de septiembre de 2021, dicho artículo fue declarado como inconstitucional por unanimidad en la suprema corte de justicia de la nación. Fue considerado un “día histórico” porque por primera vez se puso en el centro de la discusión el derecho a decidir de acuerdo con el ministro Luis María Aguilar Morales en ese entonces.
Ese día Coahuila se convirtió en el quinto estado en despenalizar el aborto derivado de una impugnación que la extinta Procuraduría General de la República hizo contra el código penal de Coahuila en el 2017.
La lucha continúa
La despenalización del aborto como un delito solo fue el primer paso para garantizar el acceso a un aborto seguro.
Desde finales del 2021 se ha esperado que el Congreso del Estado de Coahuila a través de la LXII Legislatura (2021-2023) y la LXIII legislatura (2024-2026) que actualmente está en funciones, legisle al respecto para que especifique las obligaciones que tendrá la Secretaría de Salud Estatal para asesorar y llevar a cabo el procedimiento de la interrupción del embarazo.
“Si se necesita que salga algo ya en papel, porque básicamente ahorita sólo está el anuncio de qué ya no se va a penalizar a las mujeres que aborten, pero al no haber algo como más tangible muchas personas (de las instituciones públicas) escapan de ello(…) Imagínate en el tema de una despenalización de aborto que no esté todavía legislada tal cual, es muy fácil también que sientan (las instituciones de Salud pública) que no tienen la responsabilidad o que no es algo que se les está obligando a llevar a cabo”. Elena Gutiérrez, Integrante de Acompañantes Laguna y representante de DDESER en Coahuila.
Actualmente en México solo 10 estados han legislado a favor del derecho a un aborto legal, seguro y gratuito: Ciudad de México, Baja California, Baja California Sur, Colima, Hidalgo, Oaxaca, Veracruz, Quintana Roo, Aguascalientes y Sinaloa, de acuerdo con el Grupo de Información en Reproducción Elegida.
El aborto sin acompañamiento y con penalización
¿Qué hubiera sido de mi proceso de aborto si no hubiera estado sola? ¿Si el personal médico me hubiera tratado con dignidad? ¿Si la sociedad no hubiera solapado las amenazas de mi pareja?. Se pregunta Valeria sobre la situación que vivió hace algunos años cuando el aborto estaba penalizado en Coahuila. Ha decidido compartir su testimonio para la realización de este reportaje.
Soy Valeria y ahora no me da miedo admitir que aborté, ya no tengo miedo y no lo voy a volver a callar ni a estigmatizar porque lo que me pasó a mí, ninguna otra mujer merece vivirlo.
A mis 19 años inicié una relación amorosa mientras estaba estudiando, él y yo vivíamos juntos. Desde los primeros meses, la relación fue violenta: me pegaba, abusaba psicológicamente de mí, tanto así que me despojó de todas mis herramientas emocionales, ya no contaba con redes de confianza, me aisló por completo del mundo exterior.
Siempre fui cuidadosa y por mi salud sexual utilicé el implante subdérmico por tres años. Eso me provocó que mis niveles de glucosa subieran, tenía migrañas todo el tiempo y pasé de ser talla siete a talla cero, así que por mi bienestar decidí quitarmelo.
Psicológicamente hablando, como te imaginarás, estaba muy débil y era muy dependiente de mi relación con mi ex pareja. En una ocasión, y como en muchas otras, después de una pelea, terminamos teniendo ese sexo de reconciliación, que por un momento te hace pensar que todo está bien, que las cosas se arreglaron, pero, el eyaculó dentro de mí, sin mi consentimiento y sin ningún tipo de protección. Lloré, me enojé con él y al día siguiente me tomé la pastilla de emergencia.
Nadie conoce mejor el cuerpo de una mujer que ella misma. Días después y aun cuando me tomé la pastilla del día siguiente, comencé a sentir mi cuerpo distinto, como si estuviera cambiando, ignoraba lo evidente, probablemente estaba embarazada. Al comentarlo con mi ex-pareja y pedirle apoyo para una consulta con el ginecólogo, noté su desinterés tachándome de exagerada, pero lo convencí, ya que yo sola no podía costear el gasto y obviamente no me acompañó.
Yo siempre había sido cuidadosa, puse en peligro mi salud física durante tres años con el implante subdermico para evitar un embarazo no deseado, pero de pronto, ahí estaba, con los resultados del examen de sangre en las manos, después de un descuido, que ni siquiera fue mío.
En ese momento, mi mundo se vino abajo, se paró mi universo y comencé a llorar.
Después de tratar de salir de esa relación tormentosa y violenta, después de aguantar golpes, de llegar al extremo en que mi agresor, el mismo que decía que me amaba, me hubiera roto una costilla a base de odio, existía la posibilidad de estar atada a él toda la vida. Era todo lo que pensaba.
Más tarde, le dije los resultados, él como si nada salió con sus amigos y a mí me mandó a la casa.
-¿Cuántas semanas tienes? -¿Para qué?, le contesté -Pues para que abortes.
Yo no tenía claro sí quería abortar, lo primero que pensé fue ¿cómo le voy a hacer si aborto?, ¿qué se hace?, ¿cómo se hace?, ¿a dónde voy? Yo ni siquiera estaba segura de que quería abortar. Pensaba, si algunas mujeres lo hacen, yo también puedo, voy a salir adelante con mi hijo, termino mi carrera, me la aviento así. Pero la violencia que caracterizaba nuestra relación y el hecho de que él ya tenía un hijo con otra chica a la cual sometía a otro tipo de violencia, como la económica, sin darle pensión, ni siquiera el apellido al hijo, imagínate, lo que me esperaría a mí y al bebé, estar batallando sola y de manera permanente con esa situación.
Él me hablaba acerca del aborto, me decía que si yo abortaba, íbamos a vivir juntos, íbamos a hacer una vida, nos íbamos a casar. Su manipulación llegó a tal punto que me llevó a ver casas en renta, para continuar dibujando un futuro a su lado que yo creí que sería cierto, y accedí.
En la escuela nos hablaron de Fondo MARÍA, que es el Fondo de Aborto para la Justicia Social (Mujeres, Aborto, Reproducción, Información y Acompañamiento), ellas se dedican a dar apoyo económico, emocional y logístico a mujeres que como yo, no cuentan con recursos para abortar. Encontré el folleto que nos habían dado entre mis cuadernos y después de una llamada, me asesoraron para realizar el aborto con medicamentos.
¿Cómo fue?, ¿me dolió? Sí, no mucho pero si hubo dolor en un primer momento. Después de pasados 15 días me hice un ultrasonido para verificar si el tratamiento había funcionado, pero no. Según los resultados la bolsa gestacional estaba intacta. Curiosamente me sentí aliviada y pensé: las cosas pasan por algo. Por algo no habían funcionado las pastillas, tal vez era la vida diciéndome que tuviera al bebé, todo esto romantizado por las ideas de maternidad que te genera la misma sociedad. Pero, recordé quién era el padre, de quien iba a estar acompañada, mejor dicho, de quién iba a ser la ausencia. Toparse con la realidad es doloroso.
Entonces estaba yo con otra decisión que tomar, esperar a que ya no se desarrollara y que finalmente pasara de manera natural o intentar nuevamente el proceso con medicamentos. Opté por realizar un segundo proceso con Misoprostol, igual de doloroso que la primera vez, por el efecto y la ausencia de alguien que me brindara apoyo. Además, me enteré de que mientras yo estaba en medio del proceso de decisión y de acción del aborto, él me estaba engañando. Mi cuerpo ya no podía con tanto estrés, cada vez se volvía más difícil.
12 días después noté que algo no andaba bien, no me sentía mal, pero el sangrado que tenía se veía de un color extraño y olía raro, fui con la ginecóloga por tercera vez. Me dijo que dentro de mí, había 12 milímetros de producto, el cual tenía que ser retirado de inmediato o mi cuerpo iba a colapsar. Según la doctora, estaba a punto de sufrir una septicemia, que es cuando la respuesta del cuerpo a una infección provoca daños en los tejidos y los órganos no funcionan bien. La respuesta a mi problema fue un legrado o una Aspiración Manual Endouterina, este procedimiento tenía un costo total de 10 mil pesos. Dinero que no tenía y que tenía que conseguir de un día para otro, por lo grave de mi situación.
Busqué una segunda opinión, el diagnóstico no cambió, pero el precio sí, el doctor me cobraba 3 mil pesos, el precio era considerable, en comparación al primero, así que acepté.
Al día siguiente fue la intervención, creí que el proceso sería dentro de un quirófano, según lo que me comentó la ginecóloga, pero no. Fue realizado en el consultorio regular y no hubo los cuidados mínimos como la anestesia.
Evidentemente mi condición me dejó y me deja sin elementos de prueba para poder denunciar la violencia obstétrica de la que fui víctima , sin embargo, el doctor sabía que eso así no se hacía, después me puse a pensar, ¿qué hubiera pasado si yo hubiese sido una mujer con dinero? En mi cabeza no cuadraba porque, de haber tenido los medios, el trato hubiera sido diferente y él se aprovechó porque sabía que tampoco tendría los elementos para realizar una denuncia en su contra.
De la experiencia al acompañamiento
Detrás de mí hay miles de historias similares, creo que en mis manos está el que ninguna mujer pase por una situación así. Después de mi experiencia, comencé a movilizarme, a contactarme con chicas que querían abortar y fue así que llegó a mí una niña de 14 años, me mandó mensaje buscando ayuda, en cuanto la ví, me recordó mucho a mí.
El procedimiento lo tuvimos que hacer en una casa abandonada, por miedo a que sus padres o alguien más se enterara, donde literalmente no había nada más que un microondas, un colchón y polvo. Todo el tiempo estuve con ella, apapachándola, monitoreando su dolor, dándole comida y todo el cariño que a mí me hubiera gustado recibir en el proceso. Fue muy difícil, porque yo no quería que a su edad viviera un proceso traumático, como el mío, recé para que las cosas salieran bien, para que las dosis funcionaran y no tuviera ningún tipo de complicación, pero también, traté de dejar las cosas bien en claro, quería que entendiera que eso era su derecho, su derecho a elegir.
Cuando terminó el proceso, ella me ofreció $200.00 y le dije que no, porque las acompañantes estamos para contener emocionalmente a quienes pasan por este proceso, porque nosotras somos necesarias, haciendo un trabajo que el estado se niega a hacer.
Ahora, me encuentro en un momento diferente de mi vida. Soy mamá, porque yo quise serlo, y me doy cuenta de lo grave que pudo haber sido vivir una maternidad no deseada, envuelta en los cinco tipos de violencia. Hoy sé que tomé la mejor decisión al haber abortado, porque aquel embarazo no lo hubiera vivido como el que acabo de tener, rodeada de apoyo emocional de mi marido, sin complicaciones ni violencia obstétrica. Además sigo siendo portavoz de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer.